lunes, 18 de julio de 2011

Poemas de Ramón Rodríguez V

Cuartel de invierno

(fragmentos)


1


Recuerdo un camino encharcado y lodoso

durante el verano

y con polvorientos terrones entumecidos

en el invierno

recuerdo que conduce

al lugar eminente de esta rica comarca


hablo según recuerdo

días dispersos que escapan hacia atrás lejos

hablo de cosas de la tierra y del agua

de imaginaciones del viento

de la gracia y del gozo

hablo de la noche.


2


junto a la roca gris

mora el estanque

verde y vivo de luz del musgo de la piedra

va iluminando el huir de la tarde

insensato narciso invertido

que supone puede dar color

un pájaro invisible

en oscuro follaje

se embriaga con el solo que improvisa

por una misma estrella

el cielo bajo se encapota

con negligentes nubarrones

viene el perfume del hueledenoche


vamos

es la hora.


3


palabra de barro

hilo de agua entre piedras calcinadas

interminable procesión

piernas columnas de alabastro

en la casa del sol

palabra de jade para el ritmo jadeo lunar

afiladas sílabas de obsidiana

encandilado instante

para el latido que aquí corresponda

del insondable corazón de la noche.


4


porque gusté del pan y el vino de la amistad

sobre finos manteles

con refinado gusto ornamentados

o sobre escuetas mesas de palo

o a ras del suelo primigenio

ahora no sé si aquellos congregados

alrededor del fuego de esa casa

están allá al final del camino

como asientan papeles fidedignos

intentando esta voz fragmentada

o soy yo quien espera

definitivo y solo

su procesión de sombras vivas

todavía persiguiendo

su placer su poder sus incontables sueños

el pan el vino y aquel fuego.


5


mandarinas de seda lustrosa flotan sobre lo negro

junto al quinqué acodada sobre el brocal del pozo

tú damisela insomne de terrenal anunciación

sabes que hay un verdoso coralillo imantado

en el lindero oculto de los palos mulato

oh amor incurable menesteroso

lóbrega válvula mitral

la sempiterna estrella tiembla de nuevo en el espejo

de la estancia vacía


gravita el firmamento sobre el agua

viaje a la noche sin regreso.


6


vuelves roja y ardiente luna navegante

pez de lumbre en el agua de tus ojos

desnuda

sólo como tú misma

más allá de los nombres que te velan

por un mojado cielo conversando

de tibia luz o dátiles caídos

al fondo de los ojos mil estrellas

una es todas para mí

porque todas eran ninguna.


7


un hombre está sentado en una silla

en medio de la tarde

despidiéndose de un brazo

que acaban de cortarle

¿quién es este hombre?

¿puede hablársele?

¿por qué está sentado en una silla

en medio de la tarde?

¿es acaso evidente

o demostrable

que esté en verdad despidiéndose de un brazo?

¿no será más bien de algún pariente lejano

que llegó desde tierras remotas a visitarle

y que acaba él sí de ser separado certeramente de su brazo

en otra tarde?

¿cómo podemos estar seguros

que no son un millón de hombres o incontables

sentados en un millón de sillas

en medio de un millón de tardes

despidiéndose de un millón de brazos

que acabarán sin ambages

oh por supuesto tú también noche oscura del alma

por cortarles?


yo no lo sé

ni el bufón ni el ciego con su palo

ni el vendedor con su canasta

pero y ustedes

no me vengan ahora con eso de que son los que están

realmente sentados en sus sillas en medio de sus tardes

despidiéndose de sus amados brazos que a fin de cuentas

ni les cortan ni nada y así qué gracia

oh doncella

mira el crepúsculo cómo desciende turbulento

con sus nubes violáceas sobre la sierra madre

sólo tú entre todas

caminarás mirando la estrella solidaria

mientras repican destempladas a lo lejos

las esquilas de los rebaños que regresan a la majada

tú sola escucharás esta irrefrenable voz diciéndote

que hay un hombre sentado en una silla

en medio de la tarde

despidiéndose

como en los dibujos que hacías

cuando tenías colochos y siete años

de un tren que pasa

rodando lentamente

con sus ventanitas iluminadas

en la negra soledad de la montañas.

1 comentario:

Iliana Hernndez dijo...

Me avergüenza confesar y no, que apenas descubro a Ramón Rodríguez. Me felicito por ello y a Luna navegante por su nombre y la poesía que comparte.