lunes, 18 de julio de 2011

Poemas de Ramón Rodríguez IV

El pozo


I


La memoria es a veces transparente

como el agua de un pozo


dentro del agua clara

las cosas reaparecen lentamente


cobrando nueva vida

en su cal apagada


en el fondo del agua una ciudad lejana

se contempla entre musgos sorprendida.


II


La tarde del domingo

pinta de gris las calles

el jardín municipal se llena entonces

de parejas de niños y de globos

una sedante pausa que baja de las nubes

va envolviendo las cosas

con un matiz de rosa sosegado

la tarde del domingo es un remanso

que introduce los rostros y fachadas

en un ritmo apacible

como de un vals de Felipe Villanueva

en el cielo como en dormido estanque

las horas son guijarros sumergidos


la noche es aromática

y está llena de grillos

bajo un farol cualquiera

rezagados noctámbulos

discuten ampliamente las profundas verdades

de un universo en blanco y negro

arriba se dibujan viejas constelaciones

por las desiertas calles doloridas de perros

entre ilusiones rotas y botes de basura

corre un larvado canto de trigos y de ciervos

y aunque nadie lo escucha

adentro de una casa

alguna muchachita sin sueño lo presiente

mientras oye muy lejos el silbato del tren


después seguramente llueve

sólo queda la música monótona

de la lluvia golpeando los tejados

y la grave disputa que sobre geometría

sostienen en silencio la torre y la palmera.


III


Desde esta soledad en que la sueño

amurallado de silencio insomne

(salto hasta el corazón adolescente)

vuelvo a mirar su techo de palomas

y a tocar su cintura de verdes naranjales


cuando el aire tranquilo

bebía la sangre dulce de los cañaverales

sin pensar todavía

ir a correr tras los azahares

entonces nos robábamos las cañas

de góndolas que lentas navegaban

por un río de durmientes

garroteros del viento nos quedaban

el placer en los dientes

y la miel en las manos


pero el agua era mansa

la represa y la curva fueron siempre

magníficos pretextos para olvidar el álgebra

el paisaje tenía

el corazón amargo para la geografía


el toque de las cinco

era en re sostenido

ella y yo nos veíamos y comenzaba el tiempo

cogidos de la mano recorrimos el mundo

más allá de su blanco caserío


juntos nos iniciamos en el hondo misterio

de darse largamente por los poros del alma

la lenta miel oscura del deseo

y el pan de la esperanza.


IV


Parece como si hubiéramos caído

al fondo del espejo

tu mano entre mis manos es reflejo

de nuestra añeja historia

y aunque nos debatimos

en reanudar los hilos de la trama

es inútil y gris

tú viajas hace tiempo en un tren velocísimo

y yo me quedo atrás en el andén desierto

demudado y gesticulante

como un pasajero desesperado.


* * *


Puerta del gozo

lámpara de la tierra

ventana abierta al campo

acoge en tu regazo

esta frágil semilla.

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